Viaje a Tailandia en Septiembre - 13 días

Recepción en hotel de Bangkok

Te esperaremos a tu llegada a nuestro hotel que será nuestro cuartel general en Bangkok. Tómate tu tiempo para dejar las maletas, ducharte y aterrizar: al caer la tarde nos reuniremos todo el grupo en la azotea para el primer brindis y las presentaciones. Aquí nace nuestra pequeña familia tailandesa.

Cena de bienvenida

Bangkok es un paraíso foodie y vamos a estrenarla como se merece:

• Cena de bienvenida en un rinconcito local donde cada plato viene con su historia (y un punto de picante negociable 😉).
• Primeros bocados de pad thai callejero, brochetas moo ping recién a la brasa y un “¡chin‑chin!” con cerveza Chang o Singha - comienza el debate eterno sobre cuál gana.

Paseo nocturno entre luces de neón

Con el estómago contento nos lanzamos a sentir la vibración de la ciudad:

• Callejeamos por la mítica Khaosan Road, con su mezcla de mochileros, música en directo y aromas exóticos.
• Saltamos en tuk‑tuk hasta Chinatown (Yaowarat): farolillos rojos, templos escondidos y puestos donde el wok no deja de chisporrotear.

Quien aún tenga energía puede alargar la noche con otra cerveza, un mango sticky rice de postre o un masaje de pies exprés. Pero atención que mañana arrancamos en serio, así que… descansa bien, que vienen curvas. ¡Esto solo acaba de empezar!

Hoy nos sumergimos de lleno en la Bangkok más tradicional. Después del desayuno, zapatillas cómodas, cámara lista y ¡vámonos!

Wat Pho - el despertar de los monjes

A primera hora cruzamos el río para llegar cuando los cánticos aún resuenan en los pasillos de Wat Pho. Allí nos espera el impresionante Buda Reclinado de 46m —un gigante dorado que casi no cabe en la sala— y los mosaicos que narran historias épicas. Nuestro guía‑fundador te contará los secretos de la medicina tradicional tailandesa, nacida entre estos mismos muros.

Wat Arun - escalando al templo del amanecer

Subir Wat Arun por sus empinadas escaleras de cerámica floral es todo un rito: recompensa, una panorámica de la ciudad que corta el aliento. Fotos, brisa en la cara y la sensación de estar dentro de una postal.

Comida - sabores junto al río

Repostamos en un pequeño comedor familiar a orillas del Chao Phraya: curry massaman casero, rollitos poh pia y un refrescante nam manao (limonada tailandesa).

Klongs - adentrándonos en los canales

Por la tarde subimos a una long‑tail boat para adentrarnos en los canales de Thonburi, la “Venecia de Oriente”. Verás casas de madera sobre pilotes, mercados flotantes improvisados y templos escondidos. Punto culminante: el enorme Buda de Wat Paknam, que asoma entre los tejados como si velara por todo el barrio.

Volamos a Chiang Rai

Regresamos al hotel, recogemos equipaje y nos dirigimos al aeropuerto para tomar un vuelo de última hora hacia Chiang Rai. Al aterrizar, un transfer nos lleva a nuestro alojamiento del norte, donde el aire es más fresco y las montañas asoman en el horizonte.

Llegada Chiang Rai

Check‑in, respiramos la calma del Triángulo de Oro, donde las montañas y rios encuentran Tailandia, Laos y Myanmar y… ¡buenas noches! Nos hemos despedido de una ciudad de ritmo frenético que no duerme y mañana descubriremos una Tailandia muy distinta, entre templos blancos futuristas y aldeas de montaña. Y para quien tenga energía iremos a probar la famosa gastronomía norteña.

Hoy amanecemos en el tranquilo norte para descubrir las joyas artísticas que han hecho famosa a Chiang Rai. Desayuno temprano, mochila ligera y nuestro minibús privado se pone en marcha.

El Templo Blanco - una fantasía en yeso y espejos

Wat Rong Khun brilla al sol como recién nevado. Caminamos por su puente simbólico mientras descubrimos cada detalle surrealista: dragones emergiendo del lago, murales con superhéroes ocultos y un interior tan blanco que obliga a entrecerrar los ojos.

El Templo Azul - un océano de zafiro

A pocos minutos nos espera Wat Rong Suea Ten, donde el buda central resplandece en tono índigo y las serpientes naga se enroscan en las escaleras. El ambiente es relajado, ideal para sentarse un instante y dejar que el incienso haga su magia.

Baan Dam - la Casa Negra

Cambiamos el blanco y azul por la elegancia oscura del museo de Thawan Duchanee: pabellones de teca repletos de esculturas, cráneos de búfalo y arte tribal que reflexiona sobre la dualidad vida‑muerte. Sorprende, intriga y completa nuestro recorrido matutino.

Recarga de energía

Antes de despedirnos de Chiang Rai, probamos un contundente khao soi o una sopa khanom jeen nam ngiao en un comedor local junto al mercado. Energía perfecta para la ruta.

Desplazamiento a Chiang Mai

Por la tarde subimos al autobús que nos llevará a Chiang Mai. La carretera serpentea entre campos de té y montañas cubiertas de jungla; buen momento para charlar, compartir playlists o dormitar un rato.

Llegamos al atardecer y nos instalamos en un pequeño hotel con encanto dentro de las murallas de la Ciudad Antigua. Tendremos tiempo libre para un primer paseo por el bazar nocturno o un masaje tailandés que deshaga el cansancio del viaje. Mañana exploraremos la capital cultural del norte, pero hoy ya hemos vivido un viaje cromático del blanco inmaculado al azul profundo y la oscuridad introspectiva. Nuestra pequeña familia viajera sigue sumando recuerdos y ... kilómetros.

Hoy bajamos la intensidad y dejamos que la ciudad antigua nos envuelva con su ritmo tranquilo. Despertamos dentro de las murallas y, tras un desayuno relajado, salimos todos juntos a descubrir sus rincones.

Ruta de templos

Comenzaremos el día paseando entre callejuelas flanqueadas por fosos y buganvillas. Visitamos los imprescindibles Wat Chedi Luang, Wat Phra Singh y Wat Chiang Man, y reliquias viajeras. Habrá tiempo para fotografías, bendiciones de monjes y algún helado de coco compartido en el camino.

Cultura y relax

Después de una comida en un mercado cubierto o en una taberna, nos acercamos al mercado Warorot para curiosear especias, sedas y frutas exóticas.

Experiencia gastronómica Michelin

Chiang Mai, considerada uno de los epicentros gastronómicos de Asia, sorprende con una sinfonía de aromas: notas especiadas que abrazan el paladar, hierbas frescas que despiertan los sentidos y toques dulces y cítricos en perfecto equilibrio. Cada bocado es una ventana a siglos de intercambio cultural, donde la cocina Lanna mezcla tradición y vanguardia. Por ello la propuesta al caer la tarde es sentarnos en un restaurante recomendado por la Guía Michelin.

Street food

Quien busque otro ambiente no hay problema, ya que aquí se puede encontrar comida en cada esquina, puestos de street food, parrillas callejeras perfumando el aire y cafés creativos que juegan con infusiones, fermentos y especias locales. Quedamos en vernos de nuevo para compartir un último té helado antes de volver al hotel.

Noche libre para pasear juntos por el bazar nocturno, escuchar música en un patio bohemio, tomar un relajante masaje o simplemente retirarse pronto. Mañana vuelve la aventura, pero hoy la palabra clave es “calma en familia viajera”.

Convivencia elefantes

Temprano nos recoge un miniván rumbo al suroeste de Chiang Mai, atravesando aldeas y arrozales. Tras algo más de una hora llegamos a un santuario ético en plena selva donde conviven elefantes rescatados. Durante la mañana actuamos como cuidadores y los alimentaremos, caminamos junto a ellos por el bosque y los acompañamos a darse un baño en el río. Nada de montarlos ni de espectáculos, solo observarlos libres y felices.

Cataratas Mae Wang

Después continuamos hasta las cataratas de Mae Wang. Hay tiempo para un chapuzón refrescante antes de disfrutar de un almuerzo tailandés.

Descenso en canoa

Por la tarde subimos a canoas de bambú y descendemos el río entre selva y especies autóctonas

Noche de Muay Thai

Nada más auténtico en Tailandia que su deporte nacional. Quien tenga energía puede unirse a la salida grupal a un estadio local de Thai boxing, donde los clubes del norte compiten cada noche en una atmósfera vibrante entre tambores y apuestas de los aficionados locales. Perfecto para cerrar el día viviendo la pasión deportiva tailandesa de primera mano.

Vuelo a Phuket

Por la mañana dejamos atrás el verdor del norte y volamos hacia el sur hasta Phuket. Nuestra pequeña familia viajera ya se mueve con soltura y, tras un breve traslado, llegamos a las playas de Phuket alrededor del mediodía.

Cambio total de escenario

Del canto de los grillos pasamos al rumor de las olas y a los pináculos de roca caliza que han hecho famosas las postales del mar de Andamán. Tras el check‑in en el hotel, tu única tarea es elegir:

• Toalla en mano y zambullida en las aguas color esmeralda.
• Siesta en la piscina con un batido de coco.
• Paseo tranquilo por la orilla para sentir la arena cálida bajo los pies.

Cena en un Food Market local

Cuando caiga el sol nos reuniremos para visitar un food market local. Entre puestos humeantes y farolillos de papel probaremos brochetas marinadas de pescado/carne, langosta y pescado local y batidos de fruta fresca. Comer de pie, charlar con los cocineros y dejarse llevar por el ambiente playero es parte esencial de la experiencia en Phuket.

Después, quien quiera puede pasear por el animado paseo marítimo o volver al hotel a descansar. Mañana seguiremos explorando las maravillas marinas, pero hoy el mensaje es claro: relajarse, respirar la brisa salada y disfrutar del primer contacto con el sur más paradisíaco de Tailandia.

Después de unos días intensos de acumular cansancio y kilómetros hoy el plan es bajar el ritmo y empaparnos del ambiente tropical.

Mañana de desconexión -Freedom beach

Después del desayuno nos subimos a un transporte local y en pocos minutos llegamos al inicio del sendero que conduce a Freedom Beach. El pequeño trekking, rodeado de selva y canto de pájaros, dura unos 15 minutos y desemboca en una cala de arena blanca y agua turquesa.

• Tiempo libre para tomar el sol, nadar o hacer deportes acuáticos y snorkel en aguas tranquilas.
• Para quien prefiera simplemente contemplar, chiringuitos improvisados ofrecen cocos fríos y cócteles suaves mientras la brisa hace el resto.

Atardecer en un beach club

Nos dirigimos juntos a un beach club con vistas panorámicas. Pufs sobre la arena, música chill y cócteles de autor marcan el tono mientras el sol se esconde tras los pináculos de caliza que perfilan la costa. Perfecto para brindar por la mitad del viaje y compartir anécdotas del día playero.

La noche queda abierta a quien quiera seguir en el club, curiosear por el paseo iluminado o volver temprano al hotel. Mañana continuaremos explorando.

Salimos temprano en speedboat privado rumbo a las legendarias islas Phi Phi, de esta manera evitaremos coger el ferri público y ahorrar mucho tiempo. Al llegar, dejamos las maletas en el hotel y, sin perder tiempo, nos espera un longtail exclusivo para nuestro grupo. Se trata de un barco de madera típico tailandés donde te podrás hacer la foto perfecta para darle envidia a tus seguidores de Instagram.

Speed boat a Phi phi island

Ruta de islas estilo Phi Phi

• Maya Bay. Arena blanquísima rodeada de acantilados verdes. Entramos en la bahía que enamoró al cine con Leonardo di Caprio en la película "La Isla" antes de que lleguen las multitudes.
• Loh Samah Bay. Parada para snorkel sobre corales donde desfilan peces loro y payaso.
• Viking Cave. Observamos desde la proa la cueva de los nidos de vencejo y escuchamos la historia de los antiguos piratas.
• Monkey Beach. Nos acercamos con respeto a la orilla para ver a los macacos en su hábitat. Fotos solo desde la distancia.
• Pileh Lagoon. Final épico. Aguas turquesa encajonadas entre muros de caliza. Tiempo para nadar, saltar desde la barca y sentir el eco de la laguna.

De chiringuitos por Phi Phi

Al regresar a Phi Phi hacia el atardecer nos damos una ducha rápida y salimos juntos a cenar en un restaurante sencillo de marisco frente al mar. Después ponemos rumbo al mítico Reggae Bar Phi Phi, donde entre ritmos relajados y combates amistosos de Muay Thai empieza la noche isleña.

Con nuestros famosos Phi phi buckets en la mano caminamos hasta la playa para unirnos a la famosa fiesta de chiringuitos: arena tibia, espectáculos de fuego y música que acompaña hasta que el cuerpo aguante.

Tras la fiesta de anoche y el ritmo intenso de días anteriores merecemos un día de puro relax. Nos despertamos sin alarma, desayunamos con vista al mar y el tiempo queda a tu disposición hasta media tarde. Aquí tienes algunas ideas para disfrutar de la isla:

• Broncearse y nadar en Loh Dalum o caminar a Long Beach, famosa por su arena suave.
• Alquilar un kayak o tabla de paddle surf y remar por la costa.
• Regalarte un masaje tailandés en un chiringuito sobre la arena.
• Asistir a una breve sesión de yoga frente al mar para estirar cuerpo y mente.
• Pasear por el pueblito y curiosear tiendas de artesanía, batidos de frutas y cafés helados.
• Hacer snorkel desde la orilla en Shark Point para ver pequeños tiburones punta negra.
• Probar un bautizo de buceo con instructor para principiantes, si te apetece algo más activo.
• Buscar sombra bajo las palmeras con un buen libro y un coco fresco.

Tarde de trekking y panorámica inolvidable

A mitad tarde nos reunimos y, juntos, iniciamos la subida al Phi Phi Viewpoint. El sendero empedrado asciende unos 20‑30 minutos entre casuarinas y miradores intermedios. Arriba nos espera la clásica postal de las dos bahías gemelas y, si el cielo coopera, un atardecer que tiñe de oro toda la isla. Fotos de grupo, brindis con agua de coco y descenso con la luz todavía amable.

De vuelta en el pueblo, la noche queda abierta: cenar marisco a pie de playa o repetir algún chiringuito favorito. Mañana dejaremos Phi Phi con la energía recargada.

Temprano por la mañana subimos a nuestro speedboat privado y dejamos atrás Phi Phi. Por delante nos espera el clásico “4 Islands Tour” pero sin prisas ni grupos masivos, solo nuestro pequeño grupo al no coger el Ferri local ahorraremos mucho tiempo y aprovecharemos cada minuto de nuestro viaje.

Four islands hopper tour

• Phra Nang Cave Beach. Primera parada en la península de Railay. Arena fina, acantilados de caliza y la cueva dedicada a la princesa sirena. Tiempo para nadar entre formaciones rocosas y hacer fotos memorables.
• Chicken Island (Koh Gai). Su perfil de roca con forma de gallina es inconfundible. Echamos el ancla y sacamos el equipo de snorkel: aguas claras y corales llenos de peces loro y payaso.
• Tup Island y Koh Mor. La bajamar crea un banco de arena que conecta ambas islas. Paseamos descalzos sobre la lengua blanca rodeada de mar en 360 grados, una de las postales más icónicas de Krabi.
• Poda Island. Última parada para relajarse bajo los pinos casuarina, nadar en aguas turquesa y disfrutar de un picnic tailandés ligero en la playa.

Speed boat a Ao nang, Krabi

Tras el recorrido, el speedboat nos deja directamente en el puerto de Ao Nang por la tarde. Check‑in en el hotel y tiempo libre para:

• Tumbarse en la playa mirando el atardecer sobre las islas.
• Darse un chapuzón en la piscina.
• Pegarse una buena siesta a la española.
• Pasear por la avenida con sus cafés, mercadillos y masajes a pie de calle.

Por la noche nos reuniremos para cenar en algún restaurante o dejarnos tentar por los puestos de comida en la calle principal. Hoy hemos exprimido cada minuto del día gracias a nuestro barco privado; mañana, con Krabi como base, nuevas aventuras nos esperan.

Nuestro último amanecer en Ao Nang invita a saborear el mar una vez más. Te proponemos dos planes opcionales; elige el que más te inspire, siempre en compañía de nuestra pequeña familia viajera y del coordinador fundador.

Opción A · Día de relax en Railay y Monkey Walk

Salida por la mañana en longtail público (10 min de travesía). No sería necesario madrugar mucho ya que se encuentra cerca de Ao Nang y es muy accesible.

• Alquiler de kayak o paddle surf para bordear los acantilados.
• Snorkel en la zona de Phra Nang Cave, máscaras incluidas.
• Iniciación a la escalada: sesión de 2h con instructor, todo el equipo suministrado y rutas fáciles para principiantes.

Por la tarde regresaremos a Ao Nang y comenzamos el Monkey Walk. La pasarela de madera bordea el acantilado hasta Pai Plong Beach. A esta hora los macacos bajan a merendar: mantenemos distancia, sin comida a la vista y mochilas bien cerradas. Disfrutamos del atardecer desde la arena casi vacía antes de desandar el camino con la luz dorada.

Opción B · Escapada a las islas Hong

Pronto en la mañana cogeremos una embarcación a las Islas Hong:

• Hong Lagoon. Entramos por una abertura estrecha en un anfiteatro de agua esmeralda rodeado de paredes de caliza. Tiempo para nadar o remar en kayak.
• Hong Island. Desembarco en la playa principal. Subimos al mirador de 360 grados (10 min de escalones) y luego snorkel junto al arrecife. Picnic tailandés bajo los árboles.
• Lading Island. Pequeña bahía, también llamada Paradise Island. Arena fina, sombra de palmeras y bancadas de peces mariposa.
• Pak Bia y Rai Islands. Última parada: bancos de arena que aparecen con la marea creando pasillos de agua clara. Perfecto para las últimas fotos y chapuzones. Por la tarde regreso a Ao Nang. Tarde libre para ducha, piscina y prepararse para la cena de despedida.

Despedimos el mar de Andamán con un vuelo matutino directo desde Krabi hasta Bangkok. Aterrizamos a media mañana, nos trasladamos al hotel y dejamos las maletas para afrontar la recta final del viaje con las manos libres.

Tarde de Bangkok a tu gusto

Dejamos la tarde libre para que cada uno pueda para rematar compras, regalos y antojos. Se pueden hacer diversos planes como:

• Pasea entre lagos y varanos en Lumphini Park y date un respiro verde.
• Regatea recuerdos en MBK Center, legendario por sus “copias curiosas” y puestos de gadgets.

• Recorre los centros comerciales futuristas:

  • IconSiam con su mercado flotante interior y terraza sobre el río.
  • Terminal21 y sus plantas temáticas inspiradas en ciudades del mundo.
  • Siam Paragon para boutiques de diseño y el acuario más grande del país.
• O simplemente date un último masaje tailandés para llegar a casa flotando que te aseguro que los echarás de menos.

Cena de despedida

Al caer la noche nos reunimos toda la pequeña familia viajera para la cena de despedida en un sitio muy especial. Brindamos con una última Chang o Singha, compartimos las mejores anécdotas y prometemos vernos en la próxima aventura.

Mañana cada uno tomará su vuelo de regreso, pero hoy celebramos las amistades forjadas entre templos, selvas y mares turquesa. ¡Khop khun khâ/krab! por este viaje inolvidable!

Con mucha pena hoy toca volverse a casa. Pero te esperamos en la próxima aventura.

¡Sawadee krap! 🙏🏻